NUEVA ESTETICA
1 abril 2017
Cosméticos probióticos: productos vivos para una
protección natural
Dra. María José
Alonso
Miembro de
¿Si te decimos
que estos cosméticos destacan por incluir en su formulación bacterias, cómo te
quedas? Pues así es, los probióticos atesoran en su interior un universo de
microorganismos que han demostrado ser los mejores compañeros de la piel, pues
fortalecen su sistema inmunológico, ofreciéndole máxima protección contra las
agresiones externas.
Este minúsculo batallón de
salvamento realiza una gran hazaña en pro de la
integridad cutánea, de ahí que los cosmetólogos hayan sabido ver en ellos un
eficaz aliado. ¿cómo actúan? los productos a base de probióticos dejan sobre el
estrato córneo un velo de bacterias "amigas" que se multiplican y
colonizan la superficie en detrimento de la flora patógena y cualquier tipo de
irritación, su aplicación regular permite reforzar la barrera hidrolipídica y asegurar el correcto equilibrio de la piel.
¿Sabías que cada centímetro cuadrado de nuestra piel contiene casi un
millón de bacterias?
A pesar de la persecución a la
que los hemos tenido sometidos, la gran mayoría de los microorganismos que
viven dentro y sobre nuestro cuerpo son comensales no patógenos. Eso quiere
decir que nos aportan variabilidad genética y realizan funciones que las
células humanas no son capaces de llevar a cabo ellas solas. Tanto es así, que
en medicina y en dermatología, en particular, ha cambiado mucho el papel que
desempeñan estos microorganismos. Han pasado de ser meros
"espectadores" o incluso patógenos causantes de enfermedades, a estar
considerados, muchos de ellos, como "colaboradores" en
Aclarando conceptos
Probiótico: Es un organismo vivo que,
cuando se administra en dosis adecuadas, aporta efectos beneficiosos al
huésped.
Prebióticos: Son componentes alimenticios no
vivos que ayudan modulado la microbiota.
Antibiótico: Sustancia producida por varios
microorganismos u hongos que destruyen a otros microorganismos.
La piel es un órgano complejo
sobre el que conviven en perfecta simbiosis comunidades de microbios que se
comunican con nosotros a través de complejas señales. Lo hacen utilizando
nuestro propio sistema inmunitario y adaptativo, y nos ayudan a desarrollarlo.
Cuando este equilibrio se rompe, aparecen enfermedades inflamatorias,
infecciones, alergias o enfermedades autoinmunes. Como dato curioso, en 2000,
el Nobel Joshua Lederberg sugirió el termino "Microbioma humano" para describir el conjunto del
genoma (material genético) de los microorganismos que colonizan todo nuestro
cuerpo. Hoy en día se habla de que es "nuestro segundo genoma".
Actualmente, se están realizando numerosas investigaciones dirigidas a
identificar, cuantificar y evaluar los diferentes microorganismos que viven
tanto dentro como fuera de nuestro cuerpo. Desde 2007 existe el Human Microbioma Project.
El microbioma
de la piel se considera el conjunto de genes (genoma) de todos los microorganismos
presentes en ella. El término metagenoma hace
referencia a la información genética del microbiota.
Y la palabra microbiota se utiliza para catalogar a
cualquier microorganismo presente en cualquier parte del cuerpo (intestino,
nariz, mucosa de la boca, pulmones, piel...). De todos los que se conocen, sólo
200 se consideran verdaderos patógenos, el resto son comensales o patógenos
facultativos (es decir, ocasionales en función de la situación de cada
persona).
Cómo se adquieren estas bacterias inmunológicas...
La piel del recién nacido se
coloniza por bacterias a través de la madre en el momento del nacimiento y
estará formada por unos u otros microorganismos en función de la vía de nacimiento.
Este es un proceso que necesitamos para adquirir tolerancia inmune a los microorganismos
comensales. Así, la composición del microbioma del
neonato es fundamental para poder desarrollar una respuesta inmune. Y se ha
constatado que es durante el parto natural cuando se realiza esta
"educación" del sistema inmune. Este proceso de colonización continúa
durante la lactancia a través de la leche materna. Por otra parte, existen
otros microorganimos externos que intentan
colonizamos después. Algunos lo consiguen y se instalan estableciendo buenas
relaciones con nuestras células. Todo este proceso termina hacia el final de la
vida adulta, que es cuando se adquiere el equilibrio. Por eso, cualquier
alteración de este sistema durante los primeros años de vida puede tener
consecuencias para la salud.
El microbiota cutáneo: un gran microuniverso
La microbiota
cutánea sana la conforman dos grupos de microorganismos. Por un lado están los
microorganismos residentes que siempre se reestablecen aunque desaparezcan. Se
consideran comensales, es decir, no son perjudiciales e incluso pueden tener
efectos beneficiosos. Y por otro lado están los microorganismos transitorios,
es decir, sólo se quedan días u horas y no son patógenos.
De modo que el microbioma de la piel saludable permanece estable y está
formada principalmente por los géneros Corynebacteria,
Propionybacteria y Stafilococcus.
También se han identificado hongos como Malassezia, artopodos como demodex, e incluso
algunos virus cuya función no está clara. Desde un punto de vista
bacteriológico, nuestra piel se considera un medio de cultivo y su composición
es derivada de nuestra herencia, la dieta que seguimos, estilo de vida y la
zona en la que vivimos. Como consecuencia, cada piel es única. Es como la
superficie de un planeta con diferentes ecosistemas: húmedo, graso, seco, etc.
Las zonas húmedas son las axilas, y los demás pliegues; las áreas sebáceas son
las sienes, alas nasal es (lados de la nariz), pliegues retroauriculares
y la espalda; y las partes secas están en la zona superior de los glúteos.
Otros microambientes son las glándulas sudoríparas,
los folículos pilosos y las diferentes capas de la dermis.
Este sistema nos protege de
agresiones externas. de manera que cuando se pierde el
equilibrio entre los diferentes componentes o entre éstos y la piel, se altera
la función barrera cutánea y pueden agravarse enfermedades como por ejemplo la
dermatitis atópica, psoriasis, acné ... Incluso microorganismos que normalmente
son comensales, como el Staphylococo epidermidis puede dar lugar a infecciones oportunistas
cuando las defensas del huésped fallan. Otro ejemplo es el Propionibacterium
Acnes que contribuye a impedir que crezcan patógenos como el Stafilococos. Y entre los comensales que previenen infecciones
destaca el P. Acnes y el S. Epidermidis. Esta
tendencia al desequilibrio se conoce como disbiosis y
se ha visto que ocurre más en personas con tendencia a padecer dermatitis
seborreica. El P. Acnes lo que hace es liberar ácidos grasos que retrasan el
crecimiento bacteriano.
Algunos tratamientos que solemos
usar de forma habitual pueden afectar al microbioma,
alterando las vías locales de respuesta y pueden interferir el proceso de
curación de heridas, favorecer sobreinfecciones por
patógenos, etc. Asimismo, el exceso de limpieza también puede alterar el microbioma, así como cosméticos, productos de higiene,
maquillajes, hidratantes, etc. El mal uso de antibióticos, o las radiaciones
ultravioletas influyen también sobre la composición del microbioma.
Actualmente, se están
investigando los beneficios de utilizar pre y
probióticos para mejorar
Lo mejor de todo es que aún
queda mucho por descubrir, por lo que los estudios en este campo pueden llegar
a sorprendemos todavía más. Algunos de los paradigmas que se plantean son los
siguientes: conseguir comprender las estrechas relaciones metabólicas entre los
componentes del microbioma y entre éstos y nuestra
piel; determinar cuáles son desencadenantes de enfermedades y porqué; qué
medidas higiénicas son las correctas; qué productos son los más adecuados; cómo
desarrollar test diagnósticos que nos permitan saber qué pacientes tienen
riesgo de ciertas enfermedades y cómo prevenirlas a través de la manipulación
de su microbioma... Éstas y muchas otras cuestiones
pueden tener respuesta en poco tiempo. De manera que el estudio genético de las
enfermedades humanas incluirá el estudio genético de su microbioma.